Cuatro microrrelatos de Marco Denevi sobre Cervantes

Cuatro microrrelatos de Marco Denevi sobre Cervantes

Vivía en El Toboso una moza llamada Aldonza Lorenzo, hija de Lorenzo Corchelo, sastre, y de su mujer Francisca Nogales. Como hubiese leído numerosísimas novelas de estas de caballería, acabó perdiendo la razón. Se hacía llamar doña Dulcinea del Toboso, mandaba que en su presencia las gentes se arrodillasen, la tratasen de Su Grandeza y le besasen la mano. Se creía joven y hermosa, aunque tenía no menos de treinta años y las señales de la viruela en la cara. También inventó un galán, al que dio el nombre de don Quijote de la Mancha. Decía que don Quijote había partido hacia lejanos reinos en busca de aventuras, lances y peligros, al modo de Amadís de Gaula y Tirante el Blanco.

Microrrelato de Marco Denevi: Esquina peligrosa

El señor Epidídimus, el magnate de las finanzas, uno de los hombres más ricos del mundo, sintió un día el vehemente deseo de visitar el barrio donde había vivido cuando era niño y trabajaba como dependiente de almacén.

Le ordenó a su chofer que lo condujese hasta aquel barrio humilde y remoto. Pero el barrio estaba tan cambiado que el señor Epidídimus no lo reconoció.

Cuento de Marco Denevi: La cicatriz

Conozco un caso todavía más extraordinario de sueño revelador. Ascanio Baielli leía todos los domingos de 1960, por el servicio de la Radiodifusión Italiana (RAI), una serie de relatos ya imaginarios, ya históricos, agrupados bajo el título de Storie per la sera della domenica (Cuentos para le velada del domingo). «La anunciación del traidor», incluido en la presente antología, es uno de esos relatos.

El idioma de Marco Denevi

El escritor tiene su idioma propio. El de Denevi es único. Tan único, tan multiforme, tan cambiante y siempre imprevisible y en crecimiento, como es él. Uno lee a Marco Denevi y lo oye. Nunca logré sustraerme a la sensación de oirlo, de oír las inflexiones, la manera irónica de pronunciar vocablos de doble filo, el bajar el tono de voz para recalcar ciertos significados o para convertir una oración en algo cauterizante.