Mario Vargas Llosa es uno de esos escritores que han nacido de pie: su talento literario lo lleva condenando al éxito desde casi antes de nacer. Acabo de enterarme de que le han concedido el Nobel de Literatura, y la pregunta que me hago no es ¿por qué se lo han concedido? sino: ¿por qué han tardado tanto?
El deporte no perdona
Contador, si se confirma –espero que no– su propensión al dopaje –y por ende a las narraciones fantásticas–, puede ser inhabilitado por ¿cuánto, dos años? En el caso del francés el asunto se agrava: no podrá jugar hasta que cumpla 120 años. ¡Un drama lo suyo! Porque, puestos a elegir, es mucho más llevadero subirse a una bicicleta a los 30 años para atravesar Francia en un tour sembrado de curvas y cuestas que correr tras un balón –también en territorio francés– con la edad de un patriarca bíblico.