“Estábamos en San Francisco con Mario (Vargas Llosa). Él me dijo que escribía de tal hora a tal hora, y ese tipo de cosas. Al final yo le dije: Mirá, lo que pasa es que vos tenés con la literatura relaciones conyugales. Para mí es una puta. Si viene, viene. Mario se sienta a escribir, y si no le salen bien las cosas, putea y sigue. Yo no. Yo me pararía, me iría a pasear, y volvería al otro día para ver si la cosa estaba a punto”.
El ratón Enriqueto era un ratón chiquitico, Chiquitico, chiquirriquitico. Pero no era un ratón común y corriente, era un ratón marinero, muy valiente y aventurero. A Enriqueto le gustaba navegar en barcos grandes, grandotes grandotototes. Y sí que tenían que ser grandes, porque le gustaba el mar de las Antillas y tenía como propósito conocer todos los mares.
Queridos lectores, ahora que estamos en verano y probablemente más de uno lo hayáis pisado en vuestras vacaciones, decidme ¿sabéis de donde viene la palabra “chiringuito”? No os apuréis, lo sabréis en breve.
Hace un tiempo pudisteis leer en este blog un post titulado El origen de las palabras en el que se hacía referencia a la etimología y significado de algunos vocablos. Esta vez incrementamos la lista con algunos datos curiosos sobre algunas otras palabras.
Parece ser que los trabajadores de las plantaciones de caña de azúcar en Cuba durante el siglo XIX se tomaban un café durante el descanso de su jornada laboral. Lo preparaban con una caña y una media que lo filtraba. Llamaban “chiringo” al fino chorro de café filtrado. Más tarde comenzaron a montarse en las plantaciones pequeñas estancias a modo de quioscos improvisados hechos con cañas y hojas, en los que los agricultores tomaban café en su tiempo de descanso: “Vamos al chiringuito”, decían utilizando el diminutivo de la palabra. En 1913 abrió El Chiringuito, un bar en la playa de Sitges, bautizado así por el intelectual César González Ruano, cliente habitual del local, como homenaje a sus viajes por la isla de Cuba.
María Carvajal nos ofrece una nueva entrega de sus curiosidades literarias, que dedica en esta ocasión al fascinante mundo de los alfabetos, piedra angular del lenguaje humano. Llama especialmente la atención el apunte sobre el Manuscrito Voynich, articulado mediante un alfabeto que está sin descifrar y que, según los expertos, es posible que nunca llegue a ser revelado.
Sillón y escritorio de Charles Dickens, subastados por 548.100 euros. Fuente de la imagen
María Carvajal nos ofrece un nuevo capítulo de su sección Curiosidades Literarias. El tema: las profesiones de los escritores más allá de su actividad literaria. Hay un poco de todo: maestros, médicos, entomólogos, etcétera. Los escritores, visto está, tienen que compaginar el oficio de escribir con cualquier otro oficio que les permita pagar las facturas. Y es que vivir de los libros es poco menos que una utopía…
El escritor William Burroughs mató a su mujer de un disparo en el transcurso de un juego macabro.
«Para desvelar la cara más oscura de la literatura, comenzaremos por la historia del novelista William Burroughs, que mató a su esposa durante el transcurso de un absurdo juego a lo Guillermo Tell. El escritor, completamente ebrio, puso una manzana sobre la cabeza de su mujer, pero su puntería falló y no fue a lamanzana lo que alcanzó su disparo… Lo arrestaron pero al poco tiempo fue liberado y continuó con su carrera literaria».
María Carvajal
LAS PÁGINAS NEGRAS DE LOS ESCRITORES
María Carvajal
Como en la vida real, las más morbosas y enrevesadas historias también se han dado en el mundo de la literatura. Idilios, drogas y otros temas escabrosos son los que conforman la prensa rosa de algunos escritores.
Para desvelar la cara más oscura de la literatura, comenzaremos por la historia del novelista William Burroughs, que mató a su esposa durante el transcurso de un absurdo juego a lo Guillermo Tell. El escritor, completamente ebrio, puso una manzana sobre la cabeza de su mujer, pero su puntería falló y no fue a la manzana lo que alcanzó su disparo… Lo arrestaron pero al poco tiempo fue liberado y continuó con su carrera literaria.
Sala principal de la Librería del Congreso, en el Edificio Thomas Jefferson, en 2009. Autora: Carol McKinney Highsmith. Fuente de la imagen
La famosa Biblioteca de Alejandría fue en su época la más grande del mundo. Todos los documentos que se consevaban eran copias en papiro que se enrrollaban sobre un cilindro de madera. Los textos se escribían en columnas con tinta diluida en mirra. Al principio, los rollos se etiquetaban y colocaban por materias (literarias, científicas, filosóficas…) pero más tarde se dispusieron por orden alfabético según el nombre del autor. Fue destruida en un incendio supuestamente provocado por Julio César».
María Carvajal
BIBLIOTECAS PARA LA HISTORIA
María Carvajal
Cada lector apasionado suele tener en casa una pequeña biblioteca considerada casi un templo que alberga en sus estantes pequeñas y grandes joyas literarias. A veces, cuando entramos en la casa de un amigo, familiar o conocido y, por determinados motivos, nos mantiene a la espera en el salón (siempre hay un motivo para esto) nuestra curiosidad suele llevarnos hasta su pequeña biblioteca. Y es ahí donde conocemos un poco más a nuestro anfitrión.
A mayor escala también nos encontramos con bibliotecas repartidas por todo el mundo que, igual que un anfitrión, nos muestra algo más de la ciudad que las alberga.
Por ejemplo, la Biblioteca Nacional de Israel tiene como objetivo preservar todas las publicaciones del mundo que traten sobren el Judaísmo y el pueblo judío, así como todo lo que se haya publicado en Israel en cualquier lengua. Desde la reforma de la ley en 2001 también se consideró imprescindible conservar el material publicado en soporte de audio o vídeo.
La famosa Biblioteca de Alejandría fue en su época la más grande del mundo. Todos los documentos que se consevaban eran copias en papiro que se enrrollaban sobre un cilindro de madera. Los textos se escribían en columnas con tinta diluida en mirra. Al principio, los rollos se etiquetaban y colocaban por materias (literarias, científicas, filosóficas…) pero más tarde se dispusieron por orden alfabético según el nombre del autor. Fue destruida en un incendio supuestamente provocado por Julio César.
Actualmente, la más grande del mundo es la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, fundada en Washington D.C., en 1800. Allí se conservan unos treinta millones de libros, alrededor de sesenta millones de manuscritos, unos seis mil comics, tres millones de grabaciones, una gran colección de libros raros y todo tipo de documentos cartográficos, fotográficos, así como partituras y prensa. Entre sus reliquias se encuentra una de las cuatro copias de la Biblia de Gutenberg y el borrador de la Declaración de Independencia.
La Biblioteca Pública de Kansas City tiene un diseño llamativo y original pues la construcción de la fachada del parking está decorada con lomos gigantes de libros de las obras literarias que los habitantes de la ciudad consideran más representativas.
La Biblioteca de Sarajevo fue construida en 1894 y casi un siglo después, en 1992, sufrió un incendio provocado por los bombardeos de los radicales serbios que destruyó unos seiscientos mil volúmenes de su colección. Dos años después, la Orquesta Sinfónica de Sarajevo y el Coro de la Catedral de la ciudad interpretaron el Requiem de Mozart entre las ruinas de este edificio. Hay que subrayar, además, que esta biblioteca es el personaje de la novela (que parte de un hecho real) de Steven Galloway titulada El Violonchelista de Sarajevo, en la que se narra cómo un violonchelista, después del bombardeo, va todas las tardes a tocar el Adagio de Albinoni sobre las ruinas de la biblioteca en homenaje a las veintidos personas muertas en ese ataque. Actualmente el edificio está en proceso de reconstrucción.
Juan Marsé dijo en una entrevista: “distingo entre narradores e intelectuales, y otros que ni son narradores ni intelectuales, que solo escriben pura cháchara y retórica, como Cela, que es un plúmbeo”.
Si algo abunda en el mundillo de las Letras son las disputas entre escritores, casi siempre ocasionadas por envidias a nivel literario o simples recelos personales. En esta ocasión vamos a desvelar el motivo de estas desavenencias que, en algunas ocasiones han derivado en verdaderos obstáculos personales para quienes las sufrieron.
Es el caso de Ramón María del Valle-Inclán. Durante una discusión con Manuel Bueno sufrió una herida en el brazo que, poco después se gangrenó y tuvo que ser amputado.
«Antes del cristianismo llamaban “necrópolis” al lugar donde se enterraba a los muertos. La palabra “cementerio” viene del griego (κοιμητηριον “koimetérion”) y significa “dormitorio”. Posteriormente fue introducida por los cristianos, que creían en la resurrección. Por eso, cuando alguien muere decimos “que descanse en paz”, esperando su resurrección».
El idioma español goza de una riqueza léxica sorprendente aunque la mayoría de los hispanohablantes no la aprovechamos. Tendemos a utilizar los mismos términos, casi siempre los más simples, en lugar de incorporar aquellos que vamos adquiriendo y que, seguramente, harían nuestro discurso más interesante y valioso.
Sin embargo, las palabras más comunes y cotidianas, aquellas que todos utilizamos, a veces esconden historias curiosas en lo que a su origen se refiere. Así pues, vamos a desvelar algunas de ellas.
La palabra “siesta” proviene de la división canónica del día. Los romanos, bajo la Regla de San Benito, tenían la norma de guardar silencio y reposo en la sexta hora, la franja más calurosa de la jornada, que coincidía con la mitad del día. En España hemos adoptado esta costumbre de descansar en la sobremesa, principalmente, en verano.
«Y, siguiendo con La Biblia, subrayaremos que a modo de posible leyenda urbana nos encontramos con la traducción que San Jerónimo hizo del Éxodo 34:29-35. Se dice que en el texto original se podía leer que Moisés emanaba “rayos de luz” de su cabeza cada vez que hablaba con Jesucristo. Sin embargo, la palabra “rayo” en hebreo (karan) también significa “cuernos” y parece ser que el traductor prefirió utilizar esta acepción porque entendía que nadie excepto Cristo podría irradiar luz. Por eso, en muchas pinturas y esculturas que representan la figura de Moisés (pensemos por ejemplo en la de Miguel Ángel) aparecen las dos protuberancias sobre su cabeza».
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