La luz de un nuevo día le ha despertado. Tras unos minutos de perezosa indecisión, se levanta de la cama. Camina hacia el cuarto de baño. Se lava la cara, las manos, los dientes. Se mira en el espejo. No le gusta lo que ve.
Dos historias cortas de Miguel Bravo Vadillo
Todos sabemos que el alfabeto castellano tiene veintisiete letras y que, marcando como límite un número determinado de palabras, esas veintisiete letras pueden formar una cantidad de combinaciones sintácticas inmensa pero no infinita. Toda mi genialidad ha consistido en crear un programa informático capaz de ejecutar esa cantidad descomunal de combinaciones ajustándose a un número de palabras previamente fijado.