Opiniones de un corrector de estilo (4): Corregir, sí, pero ¿hasta qué punto?

La tarea del corrector es tan humilde como antipática: debe esforzarse por indicarle al autor los errores ortográficos, gramaticales, sintácticos, lingüísticos, etcétera, que ha cometido durante la redacción de su escrito. Pero el corrector de estilo no debe excederse en su antipatía: su objetivo es mejorar el texto, no hacer sangre.

Opiniones de un corrector de estilo (3): Un corrector de estilo es una persona

Hay algo que deberíamos tener claro a estas alturas: un corrector de estilo es una persona. Muchos nos confunden con la herramienta del procesador de textos (por ejemplo, Microsoft Word), la que se encarga de corregir –o al menos señalar– las incorrecciones encontradas en el archivo. Pondré un ejemplo de cómo trabaja dicho motor.

Opiniones de un corrector de estilo (2): Un corrector de estilo no es un negro literario

Para empezar no está mal decir lo que no es un corrector de estilo: un negro literario. Tampoco es la persona encargada de reescribir un texto (a no ser que medie un acuerdo previo entre el autor y él). El objetivo del corrector de estilo es aliviar los textos de incorrecciones y ajustarlo a las normas del lenguaje escrito (o lo que es casi lo mismo: del lenguaje culto).

Opiniones de un corrector de estilo (1)

A todo escritor, al margen de su calidad, le conviene contar con la ayuda de un corrector de estilo: a los que no son muy hábiles redactando, porque quieren mejorar la legibilidad y exposición de sus escritos; a los que tienen un nivel de redacción muy bueno, porque aspiran a la excelencia.

Cuento breve recomendado (214): «El viento», de Blaise Cendrars

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Retrato de Blaise Cendrars, por Marc Chagall. Fuente de la imagen

El poeta surrealista, Blaise Cendrars (véase en esta misma sección SEETETELANÉ), escribió los relatos africanos Cuentos negros para niños blancos para todos los niños del mundo y de cualquier edad porque, como dice en “Totems”, el primero de los cuentos: un hombre sensato no puede hablar de cosas serias con otro hombre sensato, sino que debe dirigirse a los niños. Cuentos tradicionales y sabias historias, reflejo de un mundo exótico donde el mito y la leyenda forman parte de la vida cotidiana, y que son reinterpretadas y escritas con particular cuidado literario por Cendrars, como esta del viento juguetón, bromista, inconstante y que, siempre hambriento, se traga todo lo que encuentra a su paso.

M.D.R

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Microrrelato de Francisco Rodríguez Criado: «Pechos»

El rostro de la mujer, que no cumplía ya los cincuenta, moldeó una sonrisa amiga en cuanto hice acto de presencia. Eso fue lo primero que encontré después de tanta oscuridad: la caricia de una sonrisa que insinuaba: “Llevo años esperándote”. Para no malograr sus sueños, me enamoré locamente de ella. Diré la verdad: no era atractiva. Tenía un peinado algo anticuado. Nada de Coco Chanel o salones de belleza.

Microrrelato de Martín Gardella: «Inspiración en cápsulas»

Una llamativa publicidad ofrecía una solución para escritores carentes de imaginación. Por unos pocos pesos, se recibía una encomienda por correo postal. “Para poder escribir una buena historia, nada mejor que vivirla”, era el lema del producto. El escritor quiso probar.

Cuento breve recomendado (208): «Nosotros no», de José B. Adolph

 

José B. Adolph
José B. Adolph. Fuente de la imagen

José B. Adolph. Fuente de la imagen

José B. Adolph no escribía todo el tiempo en clave de ciencia-ficción. Su registro es, más bien, variado, heterogéneo; pero lo más vital de su obra puede ser considerada dentro de esas páginas dedicadas a la reconstrucción de mundos probables, con vuelos imaginarios que no hacen sino proyectar sutilmente miedos colectivos, de alcance universal. Hay algo que debemos reconocer en la mayoría de los escritores del género de ciencia-ficción: privilegian los contenidos frente a la forma; perciben con más cuidado la construcción del mundo representado y menos los detalles de la forma, del estilo. En ese sentido, Adolph nunca deja de ser un autor de ciencia-ficción atípico, pues nunca deja de apreciar el cuidado de la prosa. Fue un autor con simpatías por el género, pero no un mariscal del culto. Siempre se sintió libre de entrar y salir de esos parámetros.

Carlos Batalla.

Fuente del texto: suplemento El Dominical, del diario El Comercio

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Cuento breve recomendado (192): «[El tiesto de Albahaca]», de Giovanni Boccacio

Había en Messina tres hermanos jóvenes, todos mercaderes y muy ricos, cuando murió su padre, que era de San Gimignano. Tenían una hermana llamada Isabel, moza muy cortés y bella, a la que, sin razón aparente, no habían casado todavía. Y tenían estos tres hermanos en un establecimiento suyo un joven paisano llamado Lorenzo que dirigía y gobernaba todos sus negocios. Siendo él muy gallardo de su persona y hombre bizarro, Isabel,

Mi canon de los libros leídos en 2011

 

Todos los hombres del rey, de Robert Penn Warren (Anagrama, 2006)

 

Hago balance de los libros leídos durante el presente 2011, que ya empieza a dar sus últimas bocanadas. Muchos libros, demasiados libros (una vez más). Prometo (también una vez más) enmendarme el próximo año.
En fin, aquí va mi canon de los libros leídos en 2011. Algunos son novedades, pero otros llevan ya algunos años batallando en el mercado, a menudo claudicando ante best-sellers que no les llegan a la altura de los zapatos. 

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