Libros desde la memoria del olvido: Nada (Carmen Laforet) | Por Pedro Benengeli
Cuántos de mi generación hemos vivido esas situaciones de enfrentamientos por naderías, gritos e insultos provocados por cualquier noticia en la TV a la hora de comer, discusiones bizantinas y broncas, al final, por el solo hecho de quedar por encima del otro, por cuestiones de ego. Nadie nos enseñó —sobre todo a los hombres— a manejar nuestro mundo emocional. Se suponía por entonces que eso se debía dejar en manos de las mujeres.
Y no es que no se presenten figuras femeninas desde una óptica negativa, como la tía Angustias (significativo nombre) o la “abuelita” que, a pesar de ser buena como el pan, no goza de la simpatía de la narradora protagonista hasta el punto que no recibe un nombre concreto, como si su existencia fuera insignificante. Andrea narra sus experiencias en primera persona —con la excepción de unas pocas páginas en forma “teatral” que hablan del pasado (p. 44-54)— y casi se podría pensar que autora y personaje literario son lo mismo, mejor dicho, que la autora expresa por boca del personaje principal su auténtica perspectiva o visión del mundo.