
EL GALLEGO GARCÍA MÁRQUEZ
Sorprende leer las reiteradas afirmaciones de Gabriel García Márquez sobre sus antepasados gallegos, pero ahí están, en artículos o en declaraciones, como las anotadas por su amigo Plinio Apuleyo Mendoza en El olor de la guayaba (1982). «Mis abuelos eran descendientes de gallegos, y muchas de las cosas sobrenaturales que me contaban provenían de Galicia», decía García Márquez. Y, por si quedaba alguna duda, tras recibir el Premio Nobel de Literatura en 1982 confesó que había escrito Cien años de soledad (1967) «usando el mismo método de mi abuela», es decir, el de narrar las historias más extraordinarias, inverosímiles y conmovedoras con la «cara de palo» con que las contaba su «abuela gallega», Tranquilina Iguarán Cotes. Descubrió entonces que ese modo imperturbable de contar y esa riqueza de imágenes era lo que más podía contribuir a la verosimilitud de sus historias.