A James Salter, que era uno de los más grandes escritores americanos de la segunda mitad del siglo XX, el reconocimiento le llegó muy tarde. Una vez me contó que había dado una lectura en una librería de Denver a la que sólo habían asistido dos señoras mayores con pinta de haberse equivocado de sitio, y un viejo vagabundo que no dejaba de toquetear la bolsita marrón donde llevaba la preceptiva botella de licor. Mientras Salter leía fragmentos de sus cuentos y novelas ante aquellas dos señoras -el vagabundo ya se había quedado dormido-, le llegaban los aullidos del público que veía un partido de los Broncos en la televisión. «Así es la gloria literaria», sentenció al final del e-mail donde me contaba aquello.
Antonio Muñoz Molina: la Gran Pandemia y la memoria
Leo en 2022 un libro publicado en los últimos meses de 2021 escrito por el insigne Antonio Muñoz Molina. Insigne, sí. Porque Muñoz Molina no es sólo uno de los mejores escritores españoles, es probablemente uno de los literatos más necesarios y significativos de cuantos hoy siguen escribiendo para mí (y para tantos, por supuesto, pero indudablemente para mí, lo sé y así lo siento). El libro se titula Volver a dónde y no me explico por qué no le había prestado atención hasta que hace unas semanas… Pero esa historia no es de interés. Hoy no.