El apólogo es un tipo de cuento, una narración de carácter didáctico-moralizante, en la que con frecuencia se personifican seres abstractos. Hay que señalar, además dos notas características: el diálogo como su principal constituyente formal y sus antiguos orígenes: las culturas orientales hindú y persa, y las semíticas, arábiga y hebraica. Con un mínimo de narración, se presenta una anécdota de la que se excluyen las descripciones a favor del diálogo, buscando siempre la lección moral, sintetizada frecuentemente en una enseñanza final o moraleja; aunque, en muchos casos, no es necesaria hacerla explícita porque se evidencia en la propia historia.
Miguel Díez R.
NADA, apólogo árabe
Un individuo miserable y andrajoso, que se parecía mucho a un mendigo, entró un día en el palacio del califa de Bagdad en ausencia de este y se sentó sin vacilar en el trono vacio.
Los guardias, adivinando algo insólito y tal vez sobrenatural, no se atrevieron a echarlo a la calle. Llamaron al chambelán, que acudió enseguida y le preguntó al hombre de los harapos:
-¿Sabes que estás ocupando el trono del califa de los abasíes, que es el emir de los creyentes?
-Sí, lo sé.
-¿Y sabes quién es el califa?
-Lo sé y yo estoy por encima de él.