Optimismo a la carta
El fútbol –y esta es una de sus grandes virtudes– no se presta a teorías vanguardistas. Para tal menester se inventaron artes como el cine, la literatura o la pintura: para hacer espeleología en ese oscuro mundo de las ideas donde el éxito no viene determinado por las rígidas matemáticas. Pero el fútbol, como los negocios, se rige por números, y no priman en última instancia las ideas sino los resultados. Perder, por mucho que se empeñe Simeone, no es el camino ideal para ganar. Los millones de personas que acuden cada fin de semana a las canchas de fútbol para ver ganar a sus equipos no pueden estar equivocados.