
Así como el tratado de Versailles (1919) dejó sembrado el germen de la Segunda Guerra Mundial (Hitler surge en su liderazgo al amparo de una paz leonina para los vencidos alemanes), los resultados de la llamada Guerra Franco–Prusiana (19 de julio del año 1870 – 10 de mayo del año 1871) fueron la antesala de la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra Europea. La cuestión de fondo, aparte del alto costo en vidas humanas, fue la pérdida por parte de Francia de los ricos territorios de Alsacia y Lorena, que en virtud del tratado de paz pasaron al dominio germano.
Los franceses sintieron este golpe bajo el cinturón y comenzaron a ver a una Alemania Unificada como una amenaza para su seguridad e integridad territorial, a la vez que para su identidad nacional. En dichos territorios vivían un millón seiscientas mil personas. A pesar de la simbiosis étnica, muchas comunidades se vieron sometidas a un régimen de guerra por parte de los vencedores. Se les prohibió el empleo de la lengua francesa y hasta del dialecto alsaciano; sólo alemán.