Allí donde se abrazan los vientos, aquellos furiosos y también los suaves, bajo la luna llena de una noche fría de febrero, no se veía a nadie por el sendero de las afueras del pueblo. Sus habitantes se habían quedado acurrucados al lado de las chimeneas. Brillaba mojado por la tormenta solo el viejo techo de la villa al final de todo, que parecía abandonada. Únicamente la sombra de la tenue llama de una vela que se movía intermitentemente tras las cortinas revelaba la existencia de su peculiar poblador, el viejo soltero Francesco Malvagi.
Cuento corto de Juan Manuel Ramírez: El espejo
Bram paseaba apesadumbrado por el salón de su casa. Era un hombre solitario, receloso y preocupado por el percance que sufrió anoche en el sótano.
En su deambular, fue a mirarse en el espejo del cuarto de baño, y vio cómo su imagen, reflejada, le ofrecía una copa de brandy de Jerez, un exquisito Cardenal Mendoza.