Había nacido el 22 de abril de 1936 en España, en plena Guerra Civil. En Europa restaban todavía dos años para que Hitler invadiera Polonia. En Chile las fuerzas políticas de izquierda comenzaban a perfilarse para tomar algún día el Gobierno a través de las urnas. Lo lograron el año 38 con el triunfo del Frente Popular y Pedro Aguirre Cerda (radical). Salvador Allende ya era una figura de proyección dentro y fuera del partido socialista. El mundo intelectual era muy amplio. Délano y Neruda estaban en primera línea. Eran combativos y contestatarios. Délano fue nombrado por el presidente Aguirre Cerda cónsul en Ciudad de México. Neruda, por su parte, fue enviado por el mandatario, a quien llamaban “Don Tinto”, a España. Allí se involucró con los republicanos y, una vez terminada la guerra, encabezó la cruzada de sacar de los campos de concentración franceses a los perseguidos por el franquismo. De aquella tarea nace la epopeya del Winipeg, un barco carguero que contrató Neruda para traer a Chile a más de cuatro mil refugiados.
Ernesto Bustos Garrido
cuentos de hombres y mujeres
Cuento corto de Poli Délano: Amor a control remoto
Cuento de Francisco Rodríguez Criado: La mujer del cine Lorca
Hoy me he animado a compartir con vosotros uno de mis cuentos. El relato forma parte de mi último libro, Los zapatos de Knut Hamsun (De la Luna Libros, 2017), y fue publicado como adelanto en la revista Quimera (n.º 404).
Se narra en estas líneas una historia surrealista escenificada por un joven desaliñado, absorto en las carteleras del cine Lorca, y una hermosa y enigmática mujer que viaja en un coche lujoso conducido por un chofer. Ya sabéis: ese tipo de narraciones cuasi oníricas que tanto me gustan. Otro ejemplo sería «Un largo viaje«).
Los zapatos de Knut Hamsun compila veintitrés cuentos, algunos de ellos muy breves, que suponen un muestrario de los caminos por los que discurre el cuento moderno, al menos tal como yo lo entiendo. 🙂
Cuento de Eduardo Mallea: Conversación
Eduardo Mallea (1903-1982) fue uno de los escritores argentinos más importantes del siglo XX. Compaginó su trabajo como diplomático con la escritura de ensayos y narraciones.
Se le tiene por precursor del existencialismo en Hispanoamérica en los años 30 y 40 del pasado siglo, antes incluso de que Sartre contribuyera a ponerlo de moda en Europa.
Hoy os ofrezco uno de sus cuentos, “Conversación”, incluido en su libro La ciudad junto al río inmóvil (1936). “Conversación” consiste en eso mismo, en una conversación, a priori intrascendente, entre un hombre y una mujer mientras se toman un whisky en un bar. A pesar de la falta de acción del relato, asistimos a su lectura con incipiente interés por conocer su resolución.
Jorge Luis Borges y Eduardo Mallea colaboraron desde 1931 a 1944 en la revista Sur, fundada por Victoria Ocampo (hermana de Silvina Ocampo). Fue en aquella época cuando ambos mostraron sus discrepancias artísticas. Recordemos que por aquella época Mallea era el maestro consagrado, mientras que Borges aún no había «despuntado» del todo, aunque ya en 1944 recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).
Y no me enrollo más. ¡Ahora toca leer el cuento de Mallea! 🙂
Un cuento de Jorge Ibargüengoitia: La mujer que no
Debo ser discreto. No quiero comprometerla. La llamaré… En el cajón de mi escritorio tengo todavía una foto suya, junto con las de otras gentes y un pañuelo sucio de maquillaje que le quité no sé a quién, o mejor dicho sí sé, pero no quiero decir, en uno de los momentos cumbres de mi vida pasional. La foto de que hablo es extraordinariamente buena para ser de pasaporte. Ella está mirando al frente con sus grandes ojos almendrados, el pelo restirado hacia atrás, dejando a descubierto dos orejas enormes, tan cercanas al cráneo en su parte superior, que me hacen pensar que cuando era niña debió traerlas sujetas con tela adhesiva para que no se le hicieran de papalote; los pómulos salientes, la nariz pequeña con las fosas muy abiertas, y abajo… su boca maravillosa, grande y carnuda. En un tiempo la contemplación de esta foto me producía una ternura muy especial, que iba convirtiéndose en un calor interior y que terminaba en los movimientos de la carne propios del caso. La llamaré Aurora. No, Aurora no. Estela, tampoco. La llamaré ella.
Un cuento de Italo Calvino: La aventura de un empleado
Una vez, Enrico Gnei, empleado, pasó una noche con una mujer guapísima. Al salir de la casa de la señora, temprano, el aire y los colores de la mañana primaveral se desplegaron ante él, frescos, tonificantes y nuevos, y le parecía que caminaba al son de una música.
Es preciso decir que Enrico Gnei debía aquella aventura sólo a un afortunado cúmulo de circunstancias: una fiesta de amigos, una disposición particular y pasajera de la señora —por lo demás mujer controlada y que no se abandonaba con facilidad—, una conversación en la que él se había sentido insólitamente cómodo, la ayuda —por una y otra parte— de una ligera exaltación alcohólica, fuese real o simulada, y también una combinación logística apenas forzada en el momento de la despedida: todo esto, y no la atracción personal de Gnei —o en todo caso sólo su apariencia discreta y un poco anónima que podía designarlo como compañero no comprometedor o llamativo—, había determinado la inesperada conclusión de la noche. De esto él tenía plena conciencia y, modesto por naturaleza, apreciaba aún más su buena suerte. Sabía sin embargo que lo ocurrido no se repetiría; y no lo lamentaba, porque una relación continuada comportaría problemas demasiado embarazosos para su tren de vida habitual. La perfección de la aventura residía en que había comenzado y terminado en el espacio de una noche. Aquella mañana, pues, Enrico Gnei era un hombre que había tenido lo mejor que se podía desear en el mundo.
Cuento de Emilio Díaz Valcárcel: El regreso
Hoy os ofrecemos un cuento de Emilio Díaz Valcárcel, uno de los referentes de la actual literatura portorriqueña (o puertorriqueña; ambas formas están aceptadas por la RAE).
El cuento narra el regreso de un militar que, vestido de uniforme, se dirige a la vivienda de Catalina, aparentemente la mujer de sus sueños, con quien había mantenido relaciones (incompletas) antes de marcharse a la guerra.
El relato corto “El regreso” forma parte del libro El asedio, publicado en la editorial mexicana Arrecife en 1958. El libro fue merecedor del Premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña.
Cuento de Jorge Ibargüengoitia: Pampa Hash
Hoy damos un cuento de Jorge Ibargüengoitia. ¿Pero quién es este escritor de apellido impronunciable? Nacido en Guanajauto, México, en 1928, una ciudad de provincia que él definió como «casi un fantasma». Escribió ensayos, cuentos, novelas, artículos de prensa, obras de teatro… Una de sus novelas, Los relámpagos de agosto, ganó en 1965 el Premio Casa de las Américas.
Tenía una prosa fluida y en ocasiones humorísticas (ese «humor contra los tontos solemnes«, como escribió Raúl Rivero), y le gustaba ridiculizar a algunos de sus personajes.
Falleció en Mejorada del Campo, Madrid, en 1983, en un accidente aéreo.
Si queréis saber más sobre él, os dejo una entrevista realizada a su mujer, la pintora mexicana Joy Laville.