Donde la vida sabe a vida. Un libro de Ortiz Tafur (por José Luis Ibáñez Salas)

Los últimos deseos, Andrés Ortiz Tafur

El escritor español Andrés Ortiz Tafur publicó en el Segundo Año de la Gran Pandemia, 2021, un libro al que tituló Los últimos deseos. Un libro breve, prologado por otro escritor español, Ernesto Calabuig, quien dice de él que es “la crónica, a fogonazos, de un recomienzo”, y resume a su autor como un “cantautor, relatista y poeta apasionado”:

Relato dialogado de Azorín: La prehistoria

cuento dialogado de Azorín, prehistoria

—Buenos días, querido maestro. ¿Qué tal? ¿Cómo está usted?

—Ya lo está usted viendo; siempre en mi taller, enfrascado en mi grande obra.

—¿Habla usted de esa obra magna, admirable, que todos esperamos: La prehistoria?

—En efecto; en ella estoy ocupado en estos momentos. Ya poco falta para que la dé por terminada definitivamente.

La caja de música (un relato corto de Pío Baroja)

caja de música, Pío Baroja, relato

Hacia finales del siglo XIX conocí en París a uno de tantos españoles que pululan por allí. Era un riojano, a quien llamábamos Luis el de Nájera, porque hablaba con frecuencia de este pueblo, que debía de ser el suyo. Luis no sabía el francés necesario para hacerse servir en el restaurante, y se mostraba al mismo tiempo reclamador y exigente, como si quisiera que le atendieran los que no le entendían.

Entrevista a Eladio Pascual Pedreño (autor de ‘El mordedor de alfombras’)

Eladio Pascual Pedreño

Alguien ha escrito que son “relatos amables y honestos sobre la vida cotidiana, no exentos de humor, y que no son frecuentes en la literatura actual. Son relatos no pretenciosos, aparentemente ingenuos, pero que piden una segunda lectura para degustar los matices que contienen. En muchos casos son historias ficticias pero que intentan proporcionar al lector claves de la realidad”. Contestando a tu pregunta, yo diría que ya se pueden disfrutar a partir de los 14 o 15 años.

Fragmento literario: Almas de papel (Amparo Mir Espí)

Amparo Mir Espí

Todo empezó cuando Paula tenía quince años, siempre había sido una niña dominante, con mucha personalidad, y eso, pese a quien pese, con la edad se había ido acrecentando. Su madre, Alicia, pensaba que cuando fuera mayor cambiaría y mejoraría su carácter, había sido una niña mimada y por eso era dominante y caprichosa, o eso creía.