Hace ya algún tiempo publiqué en esta sección un relato de David Solana González titulado “Un puñal, una bala, una flecha”, en el que se narra el desencuentro de un adolescente con la chica de sus sueños. Era un texto fresco, sincero, directo, conciso y convincente. Ahora me envía, con su correspondiente –y muy interesante– comentario, este nuevo relato que nada tiene que ver con aquel en cuanto la temática, el tono y los procedimientos literarios.
A los muertos no se les llora (historia corta de Sebastián Willis Ortiz)
La lluvia cesó. Caminaba dubitativo, nostálgico y desconcertado. Mamá no me dijo nada sobre la venta de la casa, ni mucho menos me informó de su nuevo paradero. Al cruzar la extensa avenida, paré cerca de una cafetería para prender un cigarrillo. Miraba a cualquier lado, pensando en mi presente incierto, y también pensaba en mamá. Luego de unos minutos salieron de la cafetería los señores Franklin.