Según una investigación de Sunday Times y de la primera cadena de la televisión pública alemana, la ARD, una de cada tres medallas del atletismo conseguidas en el último decenio está bajo sospecha de dopaje. Si esto fuera cierto, se confirmaría que el dopaje ha sido –y es– una práctica generalizada en los mundiales y en los juegos olímpicos. El deporte, que algunos entendíamos como uno de los últimos refugios del sacrificio, del afán de superación y del pundonor, se revela como una farsa donde no ganan los más rápidos sino los más tramposos. Ahora sabemos que no es oro –ni plata ni bronce– todo lo que reluce.