Días atrás me contaba un amigo que en este tipo de casos (un parto mal avenido, un aborto, una cesárea con complicaciones, etcétera) el padre suele quedar en segundo o tercer plano, tanto que nadie o casi nadie se interesa por su estado anímico. Es hasta cierto punto lógico: la madre soporta un plus de sufrimiento y tensión en cuanto a partos se refiere. No obstante, he de admitir que bastantes personas se han interesado por mí. El problema es que en realidad ni yo mismo sé cómo me encuentro. Las dos últimas semanas han corrido demasiado rápido (o demasiado despacio) y son tantas las imágenes que se agolpan en mi interior que no consigo procesarlas con el debido equilibrio. Tengo sentimientos encontrados, forma sutil de expresar que vivo como en un limbo.