
El rapto de las princesas y la felicidad, según Heródoto y Kapuściński
Mientras (Heródoto) busca una respuesta a la más importante de las preguntas que se ha planteado, es decir, ¿en qué hunde sus raíces el conflicto entre Oriente y Occiddente, por qué las relaciones entre ambos son tan hostiles?, Heródoto muestra un comportamiento de lo más cauteloso. No grita “!Lo sé!, ¡yo sé!” Todo lo contrario: se oculta en la sombra para destacar respuestas de otros. Esos otros, en este caso, son los hombres más cultos de Persia y mejor instruidos en la historia. Pues esos persas cultos, dice Heródoto, afirman que del conflicto Oriente-Occidente no son causantes ni los griegos ni los persas, sino un tercer pueblo, los fenicios, itinerantes mercaderes profesionales. Son los fenicios los que han iniciado la práctica de raptar mujeres, proceder que ha desencadenado toda esa tormenta.