Cuento breve recomendado: «El pulpo que no murió», de Sakutaro Hagiwara
“El pulpo que no murió”, una breve pieza narrativa a la que hoy llamaríamos minicuento, es uno de los más impresionantes casos de la literatura de horror, aunque no lo habite un fantasma ni un vampiro ni un monstruo ni alguna presencia sobrenatural. Su tema de intenso horror vivo nace de un asunto atroz pero en principio nada inverosímil: el del hambre: un hambre total, totalitaria, que aniquila y a la vez motiva a sobrevivir, obligando al “personaje” a devorarse a sí mismo y a pasar así de ser un animal concreto, carnal y mortal, a un animal abstracto, inmaterial e inmortal, sólo existente como una solitaria obsesión fija, como menos que el fantasma de un ser, como un ente meramente virtual pero por siempre hambriento,