Cuento de Juan Jacinto Muñoz Rengel: El pescador de esponjas

EL PESCADOR DE ESPONJAS

Entró en la cantina, buscó con la mirada, evitando los cuerpos de los feligreses que se desparramaban sobre las mesas, se acercó al capitán y le dijo:

—Soy un pescador de esponjas.

El capitán rio de buena gana.

—¡Todo el mundo en Kalymnos es pescador de esponjas! —Al reír descubrió la doble hilera de dientes podridos, y las encías ulceradas, enmarcadas en una barba gris. Luego la sonrisa volvió a sumirse en las comisuras de una boca torcida, y se bebió el vaso de un trago, como para cauterizar las llagas que lo mortificaban—. A ver, muchacho, ¿de cuántas expediciones has vuelto ya con vida?

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