Cuento infantil sobre la vanidad

En este cuento infantil de Eduardo Galeano aprendemos por qué el murciélago no tiene plumas y también por qué no conviene ser vanidoso.  Una historia simpática e ilustrativa que Galeano publicó en Mitos de memoria del fuego (Anaya, 2002). Ilustraciones de Elisa Arguiléa.  Si te gusta la narración, no te pierdas estos dos cuentos para niños … Sigue leyendo

Dos cuentos ¿infantiles? de Eduardo Galeano

A continuación podéis leer dos cuentos de Eduardo Galeano. Son historias sencillas, sin adjetivación y sin grandes frases. Su interés radica en las ideas que subyacen detrás.

En «La risa» nos retrata a esta como un arma poderosa y en «La autoridad» narra una ficción que viene a explicar por qué los hombres dominan el mundo, y no las mujeres.

Ambas narraciones están incluidas en Mitos de Memoria del fuego. Anaya, 2002

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Cuentos de Eduardo Galeano (también para niños)

El escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015) es uno de los buques insignia de Narrativa Breve. Uno de los grandes cultores del cuento y del microrrelato, Galeano escribió también pequeños relatos sobre Latinoamérica en libros fronterizos donde mezcla ficción, periodismo y reflexiones político-históricas.

Una de sus obras míticas es Memoria del fuego, que se divide en tres títulos: Los nacimientos (1982), Las caras y las máscaras (1984) y El siglo del viento (1986).

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Microrrelato de Eduardo Galeano: La puerta

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Eduardo Galeano. Fuente de la imagen.

Microrrelato de Eduardo Galeano: La puerta

A Carlos, que después de esta historia,
ya en plena democracia,
volvió a prisión por el delito de ser periodista.

En una barraca, por pura casualidad, Carlos Fasano encontró la puerta de la celda donde había estado preso.

Durante la dictadura militar uruguaya, él había pasado seis años conversando con un ratón y con esa puerta de la celda número 282. El ratón se escabullía y volvía cuando quería, pero la puerta estaba siempre. Carlos la conocía mejor que la palma de su mano. No bien la vio, reconoció los tajos que él había cavado con la cuchara, y las manchas, las viejas manchas de la madera, que eran los mapas de los países secretos adonde él había viajado a lo largo de cada día de encierro.

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Cuento de Eduardo Galeano: El crimen perfecto

En Londres, es así: los radiadores devuelven calor a cambio de las monedas que reciben. Y en pleno invierno estaban unos exiliados latinoamericanos tiritando de frío, sin una sola moneda para poner a funcionar la calefacción de su apartamento. Tenían los ojos clavados en el radiador, sin parpadear. Parecían devotos ante el tótem, en actitud de adoración; pero eran unos pobres náufragos meditando la manera de acabar con el Imperio Británico. Si ponían monedas de lata o cartón, el radiador funcionaría, pero el recaudador encontraría, luego, las pruebas de la infamia. ¿Qué hacer?, se preguntaban los exiliados. El frío los hacía temblar como malaria. Y en eso, uno de ellos lanzó un grito salvaje, que sacudió los cimientos de la civilización occidental. Y así nació la moneda de hielo, inventada por un pobre hombre helado.

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El hincha de fútbol, visto por Eduardo Galeano

EL HINCHA  DE FÚTBOL, una reflexión de Eduardo Galeano

Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio.

Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo.

En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno.

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