Cuento de Miguel Bravo Vadillo: El doble

 

 

 

 

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«Retrato de Mister James», de René Magrite. Fuente de la imagen

EL DOBLE

(cuento)

Miguel Bravo Vadillo 

 

¿Por qué me ha espantado tanto mi sueño y por qué me he despertado? ¿No se acercaba a mí un niño que llevaba un espejo? (…) Pero, apenas miré el espejo, he lanzado un grito y mi corazón se atribuló, porque no me contemplé a mí, sino la cara gesticulante y la risa sarcástica de un demonio.

                                                                                        Friedrich Nietzsche.

 

A pesar de que mi imagen reflejada en un espejo no es más parecida a mí mismo de lo que mi hermano y yo lo somos físicamente –no en vano, el espejo devuelve una imagen simétrica y no exacta del original–, lo cierto es que jamás hubo dos espíritus más dispares en el mundo. Yo siempre he tenido un don especial para la poesía. Un don que, en cierto modo, me hace ser compasivo y generoso con los demás. Mi hermano, por el contrario, es uno de esos tipos exigentes y egoístas a los que todo el mundo acaba rechazando tarde o temprano, lo cual no parece importarle en absoluto: él ya desprecia a todos por adelantado, y a todos se siente superior. Es soberbio mi hermano, con esa soberbia que caracteriza a quien piensa que nadie tiene más razón que él, o con la soberbia de quien cree que sólo él tiene espíritu y los demás no: los demás no tendríamos espíritu, ni juicio, ni sensaciones. Según él, todo cuanto sucede en el universo debe tener una explicación razonable y merece la pena dedicar la vida entera a buscar esa razón de ser. En cuanto a mí, admito que hay cosas que nunca me cabrán en la cabeza y que me obstruyen el corazón.

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