“El ahogado más hermoso del mundo irrumpirá en la cotidianeidad del pueblo, romperá el orden fáctico establecido, producirá el asombro y la recuperación de la conciencia individual y colectiva, y después de destapar el auténtico problema de un pueblo enfermo de soledad, desaparecerá. Y es cuando el ahogado desaparece cuando realmente se produce el desvelamiento del verdadero eje de la acción. El final nos desvelará que no es la historia de Esteban, el ahogado más hermoso del mundo lo que don Gabriel escribió, sino que bajo esta aparente historia sencilla subyace la narración principal, es decir, el redescubrimiento de sí mismo del pueblo y su revitalización y unión posterior”.
Gemma María Santiago Alonso
Cuento breve recomendado: «Un día de éstos», de Gabriel García Márquez
El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos.