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Millones de cámaras indiscretas ubicadas en puntos estratégicos se encargan de negar cualquier atisbo de intimidad al ciudadano de hoy. Algunas, descaradas, pueden aguarnos la fiesta desde las alturas. Las de Google Street View, por ejemplo. La aplicación del gigante de los servicios de Internet nos ofrece, mediante imágenes de 360 grados, una panorámica de los emblemas más destacados de la civilización, sean museos, estadios, restaurantes, teatros… o bragas. Una japonesa demandó a Google porque el balcón de su casa había sido fotografiado y con él sus bragas. Los juzgados no se pusieron de su parte (alegaron que se veían las bragas pero no a la dueña), pero otra mujer, canadiense, tuvo más suerte y ganó el juicio que interpuso a Google por inmortalizarla sentada a las puertas de su casa luciendo un generoso escote.