
TRIUNFO DE LA TRISTEZA
Hemos sabido que años atrás los más distinguidos representantes de la selva celebraron un pleno para debatir el preocupante asunto de los tres tristes tigres, cada vez más desacreditados por su negativa a participar en tareas al servicio de la comunidad. Al parecer, los tres tristes tigres se negaban a desempeñar cualquier actividad que no fuera dormir y abatir moscas con la cola. Ensimismados y poco habladores, pasaban las horas tumbados, apiñados entre sí, a la sombra de un frondoso árbol. Nadie, ni siquiera la chismosa jirafa, sabía de ellos más allá de que eran tres y que siempre estaban tristes, algo imperdonable en una sociedad tan vitalista como es la de la selva.