
Un hombre intenta comprar en la taquilla del cine una entrada para las filas centrales. “Imposible –sentencia el taquillero–, solo hay entradas libres en los laterales”. El respetable espectador averigua que esas entradas no se han agotado; lo que ocurre es que por norma no se venden. La única manera de cumplir sus deseos es adquirir una entrada de pasillo lateral izquierdo o derecho y acomodarse luego en el centro, donde mejor se ven las películas. Si tiene la suerte, claro, de dar con un asiento vacío…
Esta podría ser la imagen política de un país que en los últimos decenios ha estado pilotado nominalmente por las izquierdas y las derechas, que han accedido en ocasiones, y siempre por interés electoralista, a poner a la venta algunas entradas de centro. Hoy día partidos como PP, PSOE y Podemos juegan a ser de derecha (en el primer caso) y de izquierda (en los otros dos) a la vez que de centro. O sea, que pretenden ser una cosa y (casi) lo contrario.