Morir de éxito

Guardiola se marcha para descansar de esa espada de Damocles que supone conseguir todo lo que uno se propone. Han sido cuatro años muy duros sin espacio para la frustración, para el fracaso, para las dudas existencialistas. Si en vez conseguir trece títulos, hubiera conseguido solo dos o tres, Guardiola no estaría cansado, no estaría vacío, no estaría preparando su exilio a Inglaterra.

La roja amarillea

La Roja empieza a amarillear. Tras la victoria en el Mundial de Sudáfrica hemos pasado de las hiperbólicas manifestaciones de alegría a dormitar en la hamaca de la mediocridad. Hemos pasado del carácter sanguíneo a la sangre de horchata; de la pasión al bostezo; de hambrear el gol a morder el polvo con nocturnidad y alevosía. Como diría Rubalcaba, necesitamos una selección que no nos mienta.