Microrrelato de Emilio Gavilanes: Sobre el abismo del mar

Siendo ya un anciano, Turgueniev recordó que de joven hizo una vez la travesía de Hamburgo a Inglaterra en un mercante en el que era el único pasajero, si exceptuamos una hembra de mono que un comerciante hamburgués le enviaba a su corresponsal en Londres. La mona iba encadenada y se pasaba el tiempo forcejeando con la cadena y gimiendo. Cuando el joven Turgueniev pasaba delante de ella, la pobre extendía hacia él su manita. Turgueniev se la tomaba y el animal dejaba de quejarse y se tranquilizaba.

Opiniones de un corrector de estilo: ¿Para qué sirve la puntuación?

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Iván Turguénev, puntuación, corrección de estilo
Iván Turguénev. Fuente de la imagen

Opiniones de un corrector de estilo: Para qué sirve la puntuación

Si quieres saber para qué sirve exactamente la puntuación, no tienes más que consultar valiosas definiciones, más o menos académicas, que están disponibles en manuales de gramática o libros de textos. Mi explicación, más pedestre, se condensa en tan solo nueve palabras: “la puntuación sirve para no volver loco al lector”. Que no es poca cosa.

Comprender el sentido de un texto que está escrito con una puntuación deficiente es difícil, cuando no imposible. Prueba de ello, la omisión o la inserción innecesaria de una simple coma puede modificar ese sentido.

Voy a poner un ejemplo donde podría darse cierta confusión.

En el Preámbulo de El primer amor, de Iván Turgueniev (1819–1883), leemos estas líneas:

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Los mejores 1001 cuentos literarios de la Historia: «Los cantores rusos», de Iván Turgueniev

Relatos de un cazador, de Iván Turgueniev

 

Pablo González Cuesta (Pablo Gonz), novelista y autor de minificciones, nos ha recomendado «Los cantores rusos», de Iván Turgueniev, incluido en Relatos de un cazador.

LOS CANTORES RUSOS

(cuento)

IVAN TURGUENIEV

La aldehuela de Kolotova era, en otro tiempo, propiedad de una anciana, a quien le habían puesto el sobrenombre de «la Esquiladora», debido a su carácter ávido y de empresa. Ahora pertenecía a un alemán de Petersburgo. Construida sobre un montículo, la atraviesa un horrible barranco que forma el medio de la calle. Las aguas de la primavera y del otoño se juntan en la concavidad del barranco y separan el caserío en dos partes próximas, pero muy diferentes. No se puede echar un puentecillo sobre tal especie de río, cuyo lecho de arcilla está encajado a gran profundidad.

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Cuento breve recomendado: “¡U-Á… U-Á!”, de Iván Turguéniev

Turgéniev es uno de los más grandes escritores rusos y, por ser prosista, de los mejor conocidos en el extranjero. Su obra constituye un vasto panorama de la vida rusa de los años 1840-70, con retratos de labradores, terratenientes, idealistas abúlicos, hombres de acción, eslavófilos, occidentalistas, conservadores, nihilistas y una galería de delicadas imágenes femeninas… sin olvidar tampoco a los niños. Según él mismo, necesitaba siempre un modelo de carne y hueso y, en la mayoría de los casos, experimentaba por él un sentimiento de simpatía, aun viendo sus defectos.