El inevitable hombre blanco | Relato corto de Jack London

el inevitable hombre blanco, cuento de Jack London

—Mientras el negro sea negro y el blanco sea blanco, ni el blanco entenderá al negro, ni el negro al blanco.

Así hablaba el capitán Woodward. Nos hallábamos en Apia, sentados en el salón de la taberna de Charley Roberts y bebiendo Abú Hameds preparados por el susodicho tabernero que decía haber heredado la receta directamente de Steevens, el Steevens famoso por haber inventado esa bebida en los días en que le espoleaba la sed del Nilo, autor de Con Kitchener a Jartum y muerto en el asedio de Ladysmith.

Los mejores 1001 cuentos: Un buen bistec, de Jack London

cuento de boxeo de Jack London

Jorge Ávila, autor de la novela Tambores de Pareja, publicada en 2015, y de Conversaciones antes del despertador (De la Luna Libros, 2017), nos ha recomendado un cuento de Jack London: Un buen bistec.

No es este un relato gastronómico, sino de boxeo. El lector asiste a la contienda desde el punto de vista de uno de los púgiles, un hombre de cuarenta años que conserva la técnica con la que ganó muchos combates años atrás, si bien debilitado por el hambre, la falta de esperanzas y la penuria económica. Enfrente tiene a un boxeador a quien le acompaña la juventud, pero sin la suficiente experiencia.

«Un buen bistec» es una obra maestra, sin duda uno de los mejores cuentos que he leído jamás, que trasciende el mundo del boxeo y nos ofrece una estampa realista, cruda e incontestable del fin de la juventud y los sueños de grandeza. La recomendación de Jorge Ávila no podría haber sido más acertada.

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Cuento de Jack London: Descrédito

«El cuento ocupa un eje motor esencial (al menos en sentido bautismal: germen o fuente de desencadenamiento) de la gran narrativa estadounidense de este siglo, incluidas sus variantes más baratas y populares, como la llamada literatura pulp, desde la que (basta un nombre para zanjar la cuestión) escritores como Dashiell Hammett alcanzaron exquisiteces, prodigios de refinamiento, en lo relativo a la, muy compleja y enigmática, alquimia de la formalización del relato corto. Hay quien hace retroceder este rasgo medular de la narrativa norteamericana del siglo XX hasta las estrechuras fundacionales del siglo anterior, y en concreto hasta el humo de la pipa de opio de Washington Irving y los vapores de la garrafa de ginebra de Edgar Allan Poe. Lo cierto es que hay, disperso en decenas y decenas de volúmenes, un vasto esfuerzo biográfico y analítico que conviene en considerar el relato corto inundado de alcohol como la materia formalmente distintiva, la bandera o el estandarte de la identidad literaria de la escritura de un país (de Ambrose Bierce a Jack London, Ring Lardner, Capote, O´Henry y Raymond Carver, entre otros) y un tiempo donde Fitzgerald y Hemingway, que apenas se parecían entre sí ni como literatos ni como personas, ejercieron, de manera efímera pero intensa, una especie de función nacional totémica, identificadora de multitudes».

Ángel Fernández-Santos, El País.

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¿Jack London, xenófobo?

Jack London

Por Ernesto Bustos Garrido

Es casi una norma: los escritores que venden mucho (los llamados best sellers) generalmente son objeto del desprecio de los críticos y de sus propios colegas. Ejemplos sobran. La chilena Isabel Allende, traducida permanentemente a otros idiomas, y con miles y miles de copias de sus obras vendidas, carga sobre su espalda el rótulo de poseer una escritura básica o que es una mala copia de Gabriel García Márquez. Cuando fue postulada al Premio Nacional de Literatura no faltaron los que la dispararon artillería de grueso calibre, menoscabando su trayectoria y sus éxitos editoriales. Dijeron que no era merecedora a esa distinción. A pesar de ello en 2010 le concedieron el galardón, bien merecido, según una parte importante de la crítica y con el apoyo de la mayoría del mundo lector.

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Los mejores cuentos literarios de la Historia: «El pagano», de Jack London

 

 

Los mejores cuentos
Escritor Jack London (1876-1916). Fuente de la imagen


El escritor Emilio Gavilanes, a quien entrevistábamos días atrás con motivo de la reciente publicación de El reino de la nada (Menoscuarto, 2011), nos recomendó para esta sección el cuento «El pagano», de Jack London, porque

«Yo empecé a escribir cuentos leyendo los de Jack London. Los leía y pensaba: yo quiero hacer algo así algún día. Podría escoger muchos cuentos de Jack London, pero el que quiero señalar ahora es El idólatra, o El pagano, según la traducción. Trata de un occidental que salva la vida a un indígena de los Mares del Sur, que a partir de ese momento se siente en deuda con él y le sigue y le sirve como un esclavo. Renuncia a su individualidad hasta el punto de cambiar su nombre por el de quien le salvó la vida. Es un cuento que acaba con uno de los gritos más conmovedores y desgarradores de la historia de la literatura».

E.G.

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Los mejores 1001 cuentos literarios de la Historia (133): «Goliath», de Jack London

Jack London
Escritor Jack London, autor del cuento «Goliath». Fuente de la imagen en Internet

David Matías, licenciado en Filología Hispánica y autor de la novela ✅ Principio de incertidumbre  (Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2013), nos recomienda el cuento «Goliath», de Jack London, una narración muy actual en tanto que se aboga en ella por la «reedificación del mundo».

Goliath» fue publicado por primera vez en la revista londinense Red Magazine, en 1908.

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Los trabajos forzados del escritor sin éxito

Bohumil Hrabal soñaba con ser futbolista, que no es mal oficio. Si uno tiene suerte y aptitudes –al parecer el joven Hrabal tenía lo segundo–, puede asegurar su futuro antes de que le salgan las muelas del juicio. Pero Hrabal era tímido, le podía el miedo escénico, sentirse observado por los espectadores era superior a sus fuerzas, tanto que cuando estaba en el campo no sabía qué hacer con los brazos y las piernas. Así que tras muchas peripecias vitales decidió dejar las piernas quietas y usó los brazos –las manos– para escribir literatura. Abandonó, pues, el sueño de ser futbolista para convertirse en escritor, un oficio que en la mayoría de las ocasiones se convierte en una pesadilla.