5 grandes relatos de 5 grandes autores sobre mujeres en el ocaso de sus vidas | Vidas para llorar (1)

cuento de Borges, La mujer mayor

Ernesto Bustos Garrido nos ofrece una serie de relatos escritos por grandes autores. Todas estas historias tienen un denominador común: se centran en el ocaso de mujeres que lo tuvieron todo…

Los cuentos llevan la firma de Jorge Luis Borges, Mario Benedetti, Sergio Pitol y Clarice Lispector, cuatro autores de quienes ya hemos publicado bastantes historias cortas.

Tras su introducción, Bustos Garrido nos invita a leer el primero de los cuentos, de Borges: “La señora mayor”.

3 microrrelatos fáciles de leer para lectores impacientes

microrrelatos para lectores impacentes

En Narrativa Breve hemos abordado en numerosas ocasiones el género del microrrelato. Incidimos una vez más ofreciendo a los lectores de este blog de cuentos tres historias breves, muy breves, de los escritores Mario Benedetti, Lilian Heker y George Loring Frost.

Por cierto, la minificción de este último está recogida en Antología de la literatura fantástica, de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo (Bogotá, Editorial Sudamericana, 1994). (Ver libro en Amazon). Como no hay más datos sobre este autor, algunos creen que este cuento sería obra del bromista Jorge Luis Borges, que publicó el texto, nacido de su pluma, con el nombre de otro supuesto autor. (A falta de más datos, en Narrativa Breve no tenemos una opinión consolidada al respecto).

El primer cuento de Silvina Ocampo

Silvina Ocampo

Para Silvina Ocampo, la sufrida esposa de Adolfo Bioy Casares, las fechas constituyen pilares fundacionales en su vida. Ella nació el 28 de julio de 1903, trece años después que su hermana Victoria. Cuando conoció a su esposo, éste era once años menor que ella. Se fueron a vivir junto a la casa de Adolfo (una especie de casa quinta o estancia en los suburbios de Buenos Aires). Gran escándalo social, grande.

4 cuentos argentinos

cuentos argentinos

Cada vez que pensamos en cuentos argentinos acuden a nuestra mente, entre otros, los nombres de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo, Roberto Arlt, Enrique Anderson Imbert o Marco Denevi. Y sabemos, no obstante, que Argentina ha sido y es un país rico en cuentistas que va más allá de los nombres citados, por muy buenos que estos fueran (que lo son).

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Leopoldo Lugones, un camaleón de pura cepa

Leopoldo Lugones

Leopoldo Lugones fue un hombre contradictorio, muy contradictorio. Aun así, nadie podría negarle su genio, su inteligencia, su disciplina, su búsqueda constante del lugar donde quería estar, sus argumentos en favor de las posturas que asumía y su adhesión sin reservas, por un tiempo, al movimiento Modernista. Fue de todos modos un personaje camaleónico; sin dudas. Como escritor vagó por los pasillos y corredores de las distintas formas literarias de su época. ¿Defecto o mérito? Nos interesa como miembro de la vanguardia de escritores modernistas en América Latina. Esta condición está ligada al arribo del poeta nicaragüense Rubén Darío a Buenos Aires, un día 13 de agosto de 1893, finales del siglo XIX.

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Siete poemas de amor latinoamericanos

siete poemas de amor latinoamericanos

Os presentamos siete poemas de amor de siete grandes autores latinoamericanos: Jaime Sabines, Pablo Neruda, José Ángel Buesa, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Mario Benedetti y Juan Gelman.

Y si te interesa la narrativa, no te pierdas esta sección de cuentos cortos latinoamericanos.

Poema de amor de Jaime Sabines: No es que muera de amor…

No es que muera de amor, muero de ti.

Muero de ti, amor, de amor de ti,

de urgencia mía de mi piel de ti,

de mi alma, de ti y de mi boca

y del insoportable que yo soy sin ti.

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Los mejores 1001 cuentos: Los dos reyes y los dos laberintos, de Borges

Cuento, Los dos reyes y los dos laberintos

Fernando Oviedo, lector de Narrativa Breve, ha dejado un comentario recomendando dos cuentos de Borges, EL LIBRO DE ARENA y LOS DOS REYES Y LOS DOS LABERINTOS.

EL LIBRO DE ARENA está publicado en el blog desde hace mucho, no así LOS DOS REYES Y LOS DOS LABERINTOS, que ahora os ofrezco.

El cuento presenta un laberinto (figura habitual en la obra de Borges), orgullo del rey de Babilonia, en el que ni siquiera los más valientes se atreven a adentrarse en él. No contaré más, pero diré que el tema de la venganza también aparece en este microrrelato del maestro argentino.

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Historia gauchesca de Miguel Briante, a la manera de Borges

En el cuento “Kincón” del argentino Miguel Briante (1944-) resulta más o menos evidente la influencia de Jorge Luis Borges, en dos aspectos característicos de su narrativa: primero, la historia y segundo el estilo de su escritura. Borges tenía una suerte de idea fija con el tema gauchesco, y especialmente con los cuchillos. Si él hubiera podido batirse a duelo en algún obscuro callejón del antiguo Buenos Aires, se habría hecho un hombre pleno y realizado. A la vez, si él hubiera inventado a Martín Fierro, aquello lo hubiera hecho feliz más que recibir el Nobel que siempre le fue esquivo.

En la obra de Borges encontramos un parentesco evidente con aquel personaje del folklore argentino: Martín Fierro es malevo, “pueta”, orillero, peón de anchas espaldas, valiente y fiero con las herramientas cortantes. Un ejemplo de ello es el cuento “La forma de la espada”. Hay más.

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Cuento de Jorge Luis Borges: El fin

Jorge Luis Borges, cuento, el fin

Recabarren, tendido, entreabrió los ojos y vio el oblicuo cielo raso de junco. De la otra pieza le llegaba un rasgueo de guitarra, una suerte de pobrísimo laberinto que se enredaba y desataba infinitamente…

Recobró poco a poco la realidad, las cosas cotidianas que ya no cambiaría nunca por otras. Miró sin lástima su gran cuerpo inútil, el poncho de lana ordinaria que le envolvía las piernas. Afuera, más allá de los barrotes de la ventana, se dilataban la llanura y la tarde; había dormido, pero aún quedaba mucha luz en el cielo. Con el brazo izquierdo tanteó dar con un cencerro de bronce que había al pie del catre. Una o dos veces lo agitó; del otro lado de la puerta seguían llegándole los modestos acordes. El ejecutor era un negro que había aparecido una noche con pretensiones de cantor y que había desafiado a otro forastero a una larga payada de contrapunto. Vencido, seguía frecuentando la pulpería, como a la espera de alguien. Se pasaba las horas con la guitarra, pero no había vuelto a cantar; acaso la derrota lo había amargado. La gente ya se había acostumbrado a ese hombre inofensivo. Recabarren, patrón de la pulpería, no olvidaría ese contrapunto; al día siguiente, al acomodar unos tercios de yerba, se le había muerto bruscamente el lado derecho y había perdido el habla. A fuerza de apiadarnos de las desdichas de los héroes de la novelas concluimos apiadándonos con exceso de las desdichas propias; no así el sufrido Recabarren, que aceptó la parálisis como antes había aceptado el rigor y las soledades de América. Habituado a vivir en el presente, como los animales, ahora miraba el cielo y pensaba que el cerco rojo de la luna era señal de lluvia.

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