La corrección de estilo y la danza del vientre
Estimado Francisco, me pongo en contacto contigo porque he escrito una novela y quisiera, antes de publicarla, que le echaras un vistazo. La he revisado un montón de veces y, sinceramente, creo que no tendrás mucho que corregir. Y además la ha leído también mi tía, que es profesora de la danza del vientre y una lectora empedernida en sus ratos libres. Te envío un capítulo para que evalúes el nivel de redacción y me des el presupuesto.
Atentamente, K
A menudo, recibo emails similares a este. Los envían –ya lo habéis leído– autores que creen que su manuscrito está bastante pulido, con lo cual no me llevará mucho trabajo “darle un repaso”. Esto les honra: aunque su texto mantiene formalmente el tipo –o eso creen–, una sombra de duda les impide entregarlo a la imprenta sin la supervisión de un corrector externo (distingámoslo del corrector interno, ese ser abnegado y atrevido que todos llevamos dentro).