Cuento escondido de Juan Villoro: Confianza

Cuento oculto, Juan Villoro

Juan Villoro, mexicano nacido en 1956, es más periodista que escritor, y él lo acepta. Lo acepta porque no ve un choque o una disputa entre estos dos oficios. Se complementan, dice. De hecho, no habría sido periodista si no hubiese llevado en la sangre el afán de narrar historias.

Es autor de una valiosa colección de crónicas, reportajes y artículos. Ha escrito sobre rock, cine, sobre fútbol (es hincha del Necaxa y del Barcelona) y también sobre los narcos. A raíz de esto, se anda con cuidado. Por suerte aun no le ha «tocado bailar con la fea».

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La autenticidad en la literatura

Juan Villoro
Juan Villoro. Fuente de la imagen

Esto no es un texto discursivo sobre la autenticidad en la literatura. O sí lo es, bien mirado… Se trata de un minúsculo ensayo –si se le puede llamar así– dentro de una ficción: El testigo (XXII Premio Herralde de Novela), novela de ese primer espada de las letras mexicanas que es Juan Villoro (para mí, uno de los mejores escritores latinoamericanos). En este caso, cabe recordar que quien diserta sobre la autenticidad (o verosimilitud) literaria no es Villoro exactamente, sin uno de sus personajes. (Aconsejo como lectura complementaria «No hay que confundir al narrador con el autor«, donde se recogen reflexiones literarias sobre este tema del escritor cubano Andrés Casanova).

Este breve texto de Villoro demuestra que la ficción puede ser una vía de expresión didáctica tan eficiente como el propio ensayo. 

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Cuento de Juan Villoro: El mal fotógrafo

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Fotógrafo. Fuente de la imagen

EL MAL FOTÓGRAFO

Juan Villoro

(cuento)

Recuerdo a mi padre alejarse del grupo donde se servía limonada. En las playas o los jardines, siempre tenía algún motivo para apartarse de nosotros, como si los niños causáramos insolación y tuviese que buscar sombra en otra parte.

Puedo ver su cara recortada en el quicio de una puerta, fumando con desgano, con la rutina parda del adicto que hace mucho dejó de disfrutar el vicio. Nunca se quitaba la corbata. Para él las vacaciones eran el momento en que se manchaba la corbata y no le importaba. Sólo se ponía otra al volver al trabajo.

Supongo que nunca se adaptó a nosotros. Nos tomaba en cuenta con la calmosa dedicación con que alguien deja caer gotas azules en un acuario.

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