Microrrelato de Leonard Michaels: Después de discutir

Algunas veces, después de pelearnos, íbamos al cine. Era como ir a la iglesia. Entrábamos, encontrábamos un lugar, nos poníamos de cara a la luz y dejábamos que la vida cotidiana se esfumara mientras sucumbíamos a la vasta imaginación comunal. En los cines de sesión continua de la calle cuarenta y dos nos sentábamos en gayola entre fumadores y tipos que comían palomitas, tipos con dedos que hurgaban, tipos con bocas que no paraban de masticar. Otros chupaban chocolate, lamían helados, hacían ruido con las envolturas de los caramelos. Borrachos y chiflados hablaban con la pantalla. Los vagabundos escupían al suelo. Era el cine más honesto que existe, un lugar para la gente de Manhattan que no dormía, como el zoo pero, dentro del anonimato masivo, un sentimiento privado.

Cuento breve de Leonard Michaels: Celos

Llamó a su esposa la casa del amante de ella. Ella le pidió que repitiera lo que había dicho. Él estaba llorando y no se le entendía nada. Quería que volviera a casa y que se llevara su ropa. Sólo verlas era insoportable. Ella era consciente de lo que él sufría, pero en abstracto. A su amante ella le dijo “me siento culpable por no sentirme culpable”. Pero con su marido lloriqueando podía ver sus vestidos y sus zapatos en el armario del dormitorio y sentía algo fuerte, un tipo de urgencia. Fue a casa a recoger los vestidos. Su marido cerró la puerta detrás de ella y la golpeó.