
Cuento de Clarice Lispector: Ruido de pasos
Tenía ochenta y un años de edad. Se llamaba doña Cándida Raposa. Esa señora tenía el deseo irreprimible de vivir.
El deseo se sustentaba cuando iba a pasar los días a una hacienda: la altitud, lo verde de los árboles, la lluvia, todo eso la acicateaba.