Los mejores cuentos: El hombrecito del azulejo, de Manuel Mujica Láinez

el hombrecillo del azulejo

Andrés Pacheco, lector de Narrativa Breve, ha dejado un comentario en la página principal de Los Mejores 1001 Cuentos Literarios de la Historia recomendándonos «El hombrecito del azulejo», un cuento muy original de Manuel Mujica Láinez.

«El hombrecito del azulejo» comienza con la conversación de dos doctores, apagados pese a su habitual carácter jovial, nada más concluir una visita profesional en un hogar en el que el pequeño Daniel podría tener las horas contadas.

El relato, que mezcla realismo y fantasía, es una vuelta de tuerca más sobre la Muerte como personaje literario. El tema no es un nuevo. No por casualidad, ya hemos publicado varias historias sobre la muerte en Narrativa Breve.  

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Cuentos comentados

«Cuentos comentados» no es una sección sino una etiqueta aplicada a varias secciones de cuentos (Cuentos Breves Recomendados, Los Mejores 1001 Cuentos Literarios de la Historia, Microrrelatos) que nos ayuda a identificar cuáles son los cuentos publicados en el blog que incluyen comentarios de especialistas en el género. Y ya sabemos lo mucho que enriquecen estos apuntes literarios los cuentos, bien para lectores, alumnos e incluso profesores.

Cuento breve recomendado: «El hambre. 1536», de Manuel Mujica Lainez

 

Mujica Lainez
Manuel Mujica Lainez. Fuente de la imagen: La Nación

 

“No fue Mujica Lainez un innovador ni perdía el sueño por el afán de situarse en las líneas de vanguardia ni por pertenecer a los círculos «de culto», como suele decirse. Fue más bien un marginal de la literatura. Muy seguro de sí mismo, de lo que quería y de lo que podía, se mantuvo fiel a sus convicciones, aun cuando marchara contra la corriente. Fue un escritor de personalidad perfectamente definida. No escribió novelas históricas cuando ni porque estaban de moda. Sus temas y su estilo de escritura obedecían a inclinaciones muy enraizadas en él y a una preparación larga y minuciosa”.

La Nación, Buenos Aires, Sábado 20 de febrero de 2010

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Cuento breve recomendado: «La adoración de los Reyes Magos. 1982», Manuel Mujica Láinez

Adoración de los Reyes Magos, de Rubens. Fuente de la imagen

«El verano se arremolina en las callejuelas bonaerenses: el polvo casi impide respirar, el viento agrega ardor al aire. En la iglesia ya ha comenzado la misa, y allí está, puntual, el sordomudo encargado de mantener limpias las imágenes sagradas. El muchacho siente la presencia de las figuras del tapiz de la Adoración de los Reyes Magos como si de seres vivientes se tratara. Una mezcla de miedo y asombro lo invade al comprobar que los habitantes del paño abandonan su hierática pose y lo llaman. El hecho de ser sordomudo agrega más elementos al prodigio. Al volverse a mirar la escena, un Rey Mago acomoda su capa de pieles finas, otro se hinca a adorar al Niño, los animales se colocan detrás del pesebre, la Virgen vela por su hijo. Todo un movimiento de figuras transforman el tapiz en una procesión de colores, de texturas, de diversos objetos que los campesinos regalan al recién nacido. Y cuando Cristóbal supone que ya nada puede acontecer, que está colmado su estupor, un personaje aparece delante del establo. El caballero, ocupando el punto central del retablo, deja el pincel, y de rodillas, adora a Dios. Cristóbal reconoce en él a Rubens. Finalmente, las figuras se vuelven hacia él y lo llaman a participar de la celebración. Cristóbal («el que lleva en sí a Cristo», pero también el que es capaz de aventurarse a un mundo desconocido) se acerca al retablo y deposita allí el plumero, único don que puede ofrecer al recién nacido. El prodigio termina de pronto: «los murmullos cesan, como si el mundo hubiese muerto súbitamente».
Diana García Simón

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