Microrrelato de Itsván Örkeny: El conductor

Cartel publicitario de los coches Wartburg. Fuente de la imagen


«Los cuentos anexos, a pesar de su brevedad, son obras de plena validez.
Su principal ventaja consiste en que uno ahorra tiempo con ellos, puesto que no exigen una atención desmedida, de esas que se prolongan por semanas o meses. Mientras se cocinan los huevos pasados por agua o mientras logramos comunicarnos con el número telefónico que estamos marcando, leamos un cuento de un minuto«.
Itsván Örkeny

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Microrrelato: La web de Marina

Marina tecleó en el formulario de un buscador de Internet: “Estoy sola. Me llamo Marina. Escríbeme si también te encuentras solo”. Por suerte dio con la web de otra chica que, como ella, también se llamaba Marina. No era la única coincidencia: la otra Marina también buscaba compañía. Decidió escribirle un correo electrónico. En el apartado Asunto tecleó: “No te preocupes. Nos haremos compañía mutuamente. Mi nombre es Marina”. Y dejó el cuerpo del mensaje en blanco. Todo estaba dicho ya.

Microrrelato de Francisco Rodríguez Criado: «Pechos»

El rostro de la mujer, que no cumplía ya los cincuenta, moldeó una sonrisa amiga en cuanto hice acto de presencia. Eso fue lo primero que encontré después de tanta oscuridad: la caricia de una sonrisa que insinuaba: “Llevo años esperándote”. Para no malograr sus sueños, me enamoré locamente de ella. Diré la verdad: no era atractiva. Tenía un peinado algo anticuado. Nada de Coco Chanel o salones de belleza.

Microrrelato de Martín Gardella: «Inspiración en cápsulas»

Una llamativa publicidad ofrecía una solución para escritores carentes de imaginación. Por unos pocos pesos, se recibía una encomienda por correo postal. “Para poder escribir una buena historia, nada mejor que vivirla”, era el lema del producto. El escritor quiso probar.