La mala salud de hierro del microrrelato

Augusto Monterroso. Fuente de la imagen: RTVE

 

1. El peligro de premiar o elogiar microrrelatos “flojos” (valga el eufemismo) en certámenes literarios o en la prensa no se circunscribe solo al microrrelato. Cualquier lector avezado está harto de leer relatos de mayor extensión y también novelas que han sido premiados injustificadamente por un jurado no especializado. (El caso se agrava cuando el jurado es presuntamente especializado).

2. En los últimos años se han escrito toneladas de microrrelatos de escasa calidad. Esto no es preocupante, sino más bien todo lo contrario. Se necesitan millones de argentinos que jueguen al fútbol para parir un Maradona o un Messi. También se han escrito millones de malos poemas (la mala poesía existe desde que existe la buena poesía, o incluso antes), y pese a todo el género de la poesía ha sobrevivido hasta nuestros días. El problema es cuando uno no sabe distinguir los malos poemas de los buenos, o ya que estamos en materia: los malos microrrelatos de los buenos.

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Género de diletantes. Esta última idea tiene una gran dosis de verdad, porque quitando los ejemplos obvios que todos tenemos en la cabeza y que sin duda se esgrimirán en mi contra, es evidente que los microrrelatos son un género propio de diletantes. He leído microrrelatos de buenos escritores y otros escritos por desconocidos: es imposible notar la diferencia.