Estas Navidades siniestras | Gabriel García Márquez

Navidades siniestras, Gabriel García Márquez

Ya nadie se acuerda de Dios en Navidad. Hay tanto estruendo de cornetas y fuegos de artificio, tantas guirnaldas de focos de colores, tantos pavos inocentes degollados y tantas angustias de dinero para quedar bien por encima de nuestros recursos reales que uno se pregunta si a alguien le queda un instante para darse cuenta de que semejante despelote es para celebrar el cumpleaños de un niño que nació hace dos mil años en una caballeriza de miseria, a poca distancia de donde había nacido, unos mil años antes, el rey David.

Un árbol de Noel y una boda | Relato navideño de Dostoievski

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Hace un par de días asistí yo a una boda… Pero no… Antes he de contarles algo relativo a una fiesta de Navidad. Una boda es, ya de por sí, cosa linda, y aquella de marras me gustó mucho… Pero el otro acontecimiento me impresionó más todavía. Al asistir a aquella boda, hube de acordarme de la fiesta de Navidad. Pero voy a contarles lo que allí sucedió.

Cuento navideño: La magia de los viejos juguetes | Rafael Garcés Robles

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Mientras María Petronila escudriñaba viejas fotografías y papeles amarillentos que guardaba como un tesoro en la vieja cartera de cuero heredada de su abuela Faustina, encontró un papel con manchas oscuras y cuarteado por los dobleces del tiempo y del descuido que ella nunca había guardado, sin embargo empezó a sospechar de su memoria, pero concluyó en seguida que alguien le hubiera puesto ese papel en el bolso

Cuento navideño de Arthur Conan Doyle: El carbunclo azul

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Recuperamos al Sherlock Holmes más navideño, con un relato titulado “La aventura del carbunclo azul”.

Esta historia de Arthur Conan Doyle nos lleva a la época de la Navidad, cuando su famoso detective tiene que investigar un suceso que parte de un incidente callejero que ha dejado dos pistas que seguir: un sombrero en mal estado y una oca que guarda en su interior un carbunclo (que es, recordemos, una piedra preciosa).

Cuento de Navidad (Vladimir Nabokov)

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Cuando sus huéspedes se hubieron ido se sentó en su mesa y apoyó la cabeza en su gran mano blanca. Junto al tintero había algo que parecía un vaso sencillo y cuadrado con tres plumas hincadas en una especie de caviar de bolas azules. El objeto tenía unos diez o quince años: había sobrevivido todos los tumultos, mundos enteros habían caído despedazados en torno de él, pero ni una de aquellas bolas de cristal se había roto

Relato corto de Octavi Franch: Feliz Navidad, amor mío

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Claro que también habrían podido escoger la alternativa de llevarlo a cabo en verano, pero sus respectivos jefes de departamento no habrían aceptado que, tanto Silvia como él, estuviesen dos meses lejos de sus lugares de trabajo. Así pues dijeron «Sí, quiero» el 20 de diciembre; por la mañana escucharían a los niños madrileños de la lotería estatal y al siguiente subirían a un avión que los trasladaría a un recóndito, exótico y poco concurrido paraje: Isla Reunión.

Cuento de Navidad de Antón Chéjov: El árbol de Navidad

Cuento de Navidad de Anton Chéjov

Cuento de Navidad de Antón Chejov: El árbol de Navidad

Vanka Chukov, un muchacho de nueve años, a quien habían colocado hacía tres meses en casa del zapatero Alojin para que aprendiese el oficio, no se acostó la noche de Navidad. Cuando los amos y los oficiales se fueron, cerca de las doce, a la iglesia para asistir a la misa del Gallo, cogió del armario un frasco de tinta y un portaplumas con una pluma enrobinada y, colocando ante él una hoja muy arrugada de papel, se dispuso a escribir. Antes de empezar dirigió a la puerta una mirada en la que se pintaba el temor de ser sorprendido, miró al icono oscuro del rincón y exhaló un largo suspiro. El papel se hallaba sobre un banco, ante el cual estaba él de rodillas.

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Cuento de Jorge Bucay: Milagro de Navidad

Cuento de Jorge Bucay, Milagro de Navidad

Su parroquia, bastante alejada de la plaza central del pueblo, se mantenía casi ignorada y oscura durante todo el año. Sin embargo cada diciembre, cuando se acercaba la Navidad la calle entera de la iglesia parecía adquirir luz propia. Es verdad que el desproporcionado árbol de Navidad que el anciano armaba en el ciprés de la vereda, frente a la iglesia, irradiaba un brillo incomparable, pero no era sólo eso. Cada ladrillo del frente del viejo edificio parecía iluminarse desde adentro y alumbrar la que hasta unas horas antes era una de las calles más oscuras del barrio. Desde la otra punta del pueblo se veía la luminosidad que parecía expandirse desde la vieja parroquia elevándose en el cielo.