Ponga un negro literario a su vida
El negro literario dista mucho de ser algo exclusivamente moderno: en el siglo XIX estos mercenarios de la pluma (en el mejor sentido de la palabra) ya hacían sus pinitos, escribiendo novelas que luego eran editadas con la firma de otro autor (por lo general, más conocido que ellos). Pero tal vez sea una novedad su «normalización» en el mundo editorial. Tanto que, como nos cuenta Alfredo Álamo, hay empresas que ofrecen abiertamente (y oscuramente, añadiría yo: por adverbios de modo que no quede…) servicios de «negros literarios». El siguiente paso en esta normalización es que el autor vaya acompañado de su negro literario en las presentaciones del libro al uso para que este último explique cómo pergeñó el libro mientras el primero tomaba el sol en la playa…