
Cuento de Pablo Ferrer: Ser de piedra
Por primera vez en sus setenta años de existencia, y a pesar de lo elevado de su situación, Capitel andaba en horas bajas. La vida de quietud y contemplación que habían tallado para él sus padres le sacaba de quicio. Aunque el tiempo no corre igual para los elementos de una fachada catedralicia, la paciencia tiene un límite. Por cierto: lo del corazón de piedra es una leyenda urbana entre los pétreos. Ellos sienten demasiado: los humanos son otra cosa.