
Los balcones que dan a la Audiencia de Palma de Mallorca, en temporada alta estos días gracias al caso Iñaki Urdangarin, se han alquilado a precios que oscilan entre 1.500 y 3.000 euros. Estos balcones a disposición del mejor postor conforman un retrato de la España actual, marcada por la corrupción (que simboliza Urdangarin), el morbo de esos millones de españoles que desfallecen por ver durante unos segundos caminar al yernísimo en dirección a los Juzgados, y el oportunismo de quienes arriendan unos metros de su vivienda para alimentar el pan y el circo de un país que nunca dejó de ser romano.