
CHARLIE EL PRIMATE
Nora Ibarra
Como un primate, preso en su jaula, lo veía todas las mañanas en su escritorio. Con la mirada perdida, gesticulando, masticando las palabras. Encorvado y ensimismado sobre sus escritos no prestaba atención a nadie.
Después se levantaba, caminaba hacia la puerta, la abría mecánicamente y se marchaba a un rumbo desconocido. A algún lugar donde su mente astuta pudiese expresar sus demonios sin restricciones.
Yo comencé a llamarlo el primate porque tenía la sagacidad de ellos. Charlie era igual a estos en su manera de ser. Se las ingeniaba para llamar la atención más allá de sus intenciones.