El caso Raúl del Pozo

Abundando en su descenso a los infiernos, Raúl del Pozo pidió el pasado sábado en un programa televisivo que el Estado le ponga protección a su amigo Bárcenas. A del Pozo le ciegan la amistad o la ingenuidad: el Estado no debe proteger a Bárcenas sino protegerse de él: por eso está entre rejas. Si él o su familia necesitan protección, es lógico pensar que deben pagársela de su propio bolsillo. Dinero no es lo que ha faltado en esa casa donde el cabeza de familia ha estado robando durante los últimos veinte años: de ahí los millones bien guardados en paraísos fiscales.