Cuento breve de César Klauer: En la playa
Papá encontró la silueta de Gaby recortada sobre el fondo de la desarmada ola. Minutos antes, ambos habían visto juntos cómo la piedra, plana como una mesa, despedía un espasmo plateado que tomaba la luz del sol, la convertía en un tornasol dorado verdoso azulado. Los diminutos espejos emanaban un imperceptible vapor salado, arrancado por el calor del medio día. Delante de ellos, la espiga brillante se curvaba en el aire, boqueando gritos sordos incrustados en el tenue cedazo, tirante hacía poco menos de un minuto, pero relajado ahora, enroscándose en círculos desordenados que intentaban infructuosamente atrapar las piedras de alrededor, las manos de papá, los pies de Gaby. Pobrecito, la voz de la niña cabalgaba sobre el salpicado rumor del mar, me da pena el pescadito.