Leopoldo Lugones fue un hombre contradictorio, muy contradictorio. Aun así, nadie podría negarle su genio, su inteligencia, su disciplina, su búsqueda constante del lugar donde quería estar, sus argumentos en favor de las posturas que asumía y su adhesión sin reservas, por un tiempo, al movimiento Modernista. Fue de todos modos un personaje camaleónico; sin dudas. Como escritor vagó por los pasillos y corredores de las distintas formas literarias de su época. ¿Defecto o mérito? Nos interesa como miembro de la vanguardia de escritores modernistas en América Latina. Esta condición está ligada al arribo del poeta nicaragüense Rubén Darío a Buenos Aires, un día 13 de agosto de 1893, finales del siglo XIX.
Rubén Darío
Rubén Darío, el «lilóforo celeste» de las letras hispanas
Empieza desde pequeño escribiendo garabatos –engendros de poesía– en los cuadernos de sus amigas y conocidas, durante las fiestas en casa de su tía Rita Darío de Alvarado, en la ciudad de León. Tiene trece años y ya lo motejan de bardo. Aprovecha este don para hacer conquistas o intentar hacerlas, y como es enamoradizo, obtiene algunos logros. Se enamora perdidamente de una chica que pertenece a un circo. Pareciera que es trapecista. Se llama Hortensia Buislay. Está prendido de ella, de sus formas, pero no tiene dinero para cubrir el costo de la entrada. Entonces, para verla en cada función, se ofrece para cargar los instrumentos de la banda o realizar cualquier tarea de mozo y muchacho de cuerda. Logra que la chica le preste atención. Algo sucede entre ambos y cuando el circo debe partir, Rubén decide unirse a la tropa. Le preguntan si tiene alguna habilidad. No sabe qué responder. Les dice a tontas y a locas que puede hacer de payaso. Lo ponen a prueba, pero no da el ancho y debe quedarse en tierra como el aspirante a marinero. Ahí termina su enamoramiento con la trapecista. E.B.G
Rubén Darío, cien años de su muerte
Felix Rubén García Sarmiento es el verdadero nombre del poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916). Es el fundador del modernismo y su influencia aún corre por las venas de la literatura de habla hispana en todo el mundo. Este año se cumple el primer centenario de su fallecimiento. Habrá ceremonias y discursos por doquier. Narrativa Breve entrega este hermoso texto como homenaje a su talento y señorío en las letras.
Ernesto Bustos Garrido
Cuento de Rubén Darío: La larva
Cuento de Rubén Darío: La larva
Como se hablase de Benvenuto Cellini y alguien sonriera de la afirmación que hace el gran artífice en su Vida, de haber visto una vez una salamandra, Isaac Codomano dijo:
Cuento breve recomendado: «Prisa», de Octavio Paz
Tendría unos ocho o diez años cuando escribí mis primeros versos, y después, prosa con la misma dedicación. Todos estos trabajos abarcan más de dos mil páginas. No sé cuál es su valor literario o intelectual; sé, eso sí, que fueron escritos con fe y en respuesta a un llamado juvenil imperioso y ardiente. Desde los lejanos días de mi adolescencia la Literatura ha sido mi constante compañía, la ventana por la que me asomo al mundo y por la que penetro en raros y felices momentos, su verdad prodigiosa. En suma, la Literatura representa no sólo lo que he querido ser sino la ocupación por la que he sacrificado a todas las otras. No tengo más remedio una vez más que confesarlo: soy escritor y la escritura representa mi vocación verdadera.
Cuando era niño oí una anécdota que me impresionó: le preguntaron a Alejandro si quería ser la espada o la trompeta. El respondió sin vacilar: la espada. Si a mí me hubiesen preguntado algo parecido habría respondido lo contrario: la trompeta. Quiero decir la escritura, los signos que proclaman la grandeza y la bondad de los hombres. Fui educado entre los límites si bien severos del estoicismo y el cristianismo. No me enseñaron a venerar a la diosa perra de la fama y a correr con la lengua fuera detrás del éxito mentiroso. La enseñanza de mis maestros fue muy distinta: saber estrechar la mano de nuestro prójimo incluso, y sobre todo, si fuese la mano de un desconocido. Creo que estas ideas y sentimientos influyeron en mí desde el principio. Por más imperfecta o reprobable que haya sido a veces mi conducta, siempre he visto a los otros con la frente alta y un demás de reconciliación.
Octavio Paz
Cuento de Rubén Darío: El rey burgués
EL REY BURGUÉS. Cuento alegre
Rubén Darío
¡Amigo! El cielo está opaco, el aire frío, el día triste. Un cuento alegre… así como para distraer las brumosas y grises melancolías, helo aquí:
Había en una ciudad inmensa y brillante un rey muy poderoso, que tenía trajes caprichosos y ricos, esclavas desnudas, blancas y negras, caballos de largas crines, armas flamantísimas, galgos rápidos, y monteros con cuernos de bronce que llenaban el viento con sus fanfarrias. ¿Era un rey poeta? No, amigo mío: era el Rey Burgués.