Se dice con frecuencia que el mejor cine de los últimos tiempos no está en las salas de cine sino en las series televisivas que vemos en casa. Estoy de acuerdo. Es bastante probable que en ciertos momentos las carteleras nos resulten desalentadoras, hasta el punto de que no demos con una película que nos anime a sacar la entrada. Con las series televisivas ocurre todo lo contrario: la variedad es muy amplia –empiezo a pensar que demasiado; en otro artículo trataré de explicarme– y nunca falta una serie de calidad que ver desde el sofá, lo cual no deja de ser una gran comodidad.
Esta es mi experiencia. Llevo ya algunos años pagando por ver series y películas en streaming desde el hogar dulce hogar, concretamente desde que Madre Coraje se quedó embarazada. Ya que no íbamos a poder ir al cine (luego descubriríamos que ni al cine, ni al gimnasio, ni al teatro, ni salir a cenar… pero esa es otra historia), decidimos contratar Movistar Series. Al menos podríamos ver series y películas sin abandonar nuestra cueva urbana, una vez –por ejemplo– el niño estuviera dormido.