Cuento corto de Alicia Steimberg: El sexo, la muerte y los medios

 

Cuento Alicia Steimberg, sexo, muerte

Un señor de 60 se tomó una pastilla azul junto con el café mientras su compañera, distraída, recorría los vestidos de las otras mujeres que comían en el restaurante para comprobar que otra vez el negro hace furor.

No referiré, por inútiles, los pequeños acontecimientos que ocurrieron desde la toma de la pastilla hasta el momento de la penetración propiamente dicha, donde, de todos los lugares posibles, este señor se encontró con su muerte. No conozco a los actores de la tragedia ni las circunstancias exactas en que el alma del hombre voló a un mundo mejor; el diario que leí publica una foto de familiares que lloran en el entierro, entre ellos un chico, tal vez hijo o nieto del muerto, a quien veremos asediado por desconocidos que, micrófono en mano, le preguntan: «¿Qué se siente cuando el papá de uno muere por haber intentado una erección mejor?».

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Romanticismo y mugre

Hay un tipo de películas poco exigentes que, al tener como destinatario a un público muy concreto (a su vez poco exigente), carecen de sentido al margen de ese público. Es el caso de Adán y Eva (Ella siempre decía no), de Jeff Kanew, estrenada en 2005, un filme intrascendente y de corto recorrido que supone la enésima gamberrada universitaria destinada a universitarios gamberros (o a aquellos que no lo son pero les gustaría serlo durante un rato). El argumento, trufado con cierto aliento de romanticismo a la americana, gira alrededor de una pareja de jóvenes estudiantes, Adán y Eva, que viven una paradisíaca historia de amor hasta que el árbol, la serpiente y la dichosa manzana bíblica (es una manera de hablar) siembran la semilla de la discordia. Ambos están enamorados el uno del otro, pero la relación se comba ante un problema que se dilata con el paso del tiempo: ella es virgen (a mucha honra) mientras él, para mofa de sus amigos, se desespera (a mucha deshonra). En fin, el chico y la chica hacen manitas pero cuando llega la hora de la verdad, ella siempre dice no (de ahí el subtítulo).

La asexualidad

Tras un siglo marcado por el nudismo, el sexo libre, el intercambio de parejas, el dogging y los aparatos sexuales (pomposamente llamados juguetes para adulto), la gran novedad erótica se resume en la renuncia al erotismo. Hemos de darle pues la razón al escritor Remy de Gourmont, según el cual la más singular de las aberraciones sexuales es la castidad. No son tiempos para el Marqués de Sade, sino para los plebeyos de la inacción sin más anhelo revolucionario que el de tumbarse en una hamaca y observar cómo crece la hierba.