Una cuidadosa observación empírica demuestra que las incomprensiones generacionales existen también en el reino animal…
Hace ya algún tiempo, mientras estaba en el jardín, vi una oruga que trepaba por el tallo de una planta. Era un gusano muy feo, negro, peludo y con los ojos salientes. Cuando llegó a una hoja de su agrado, empezó a tejer un larguísimo hilo alrededor de sí misma; al final de esta operación quedó solo un capullo colgando de la hoja.
Al cabo de unas semanas vi que el capullo empezaba a sacudirse. Lentamente una espléndida mariposa emergió de la envoltura, se subió a la hoja y se estiró con evidente deleite, feliz de poderlo hacer después de haber pasado tanto tiempo encerrada en su minúscula celda.