
ESCRIBIR NOVELAS DE LOLITAS DESPUÉS DE NABOKOV
Francisco Rodríguez Criado
Parafraseando al atribulado Theodor Adorno, que se preguntaba si se puede escribir poesía después de Auschwitz, me pregunto si se puede escribir una novela de lolitas después de Nabokov. Pues se puede, respondo yo mismo. Guillermo Martínez (Bahía Blanca, Argentina, 1962) lo ha hecho –sin la ambición del ruso, todo hay que decirlo– en Yo también tuve una novia bisexual (2012), recién publicada en España por Destino.
Una puntualización: la citada novela no es exactamente una novela de lolitas sino más bien una novela con lolita. El matiz entre cursivas es importante, porque, pese su importancia en la trama, la historia no está focalizada en la chica joven, atractiva y seductora (triplete de adjetivos que puede destruir a un hombre), sino en la figura del adulto que cae en esa red de encantos femeninos: un profesor argentino que se ha mudado al sur de Estados Unidos para impartir un curso de literatura en castellano.