La roja amarillea

La Roja empieza a amarillear. Tras la victoria en el Mundial de Sudáfrica hemos pasado de las hiperbólicas manifestaciones de alegría a dormitar en la hamaca de la mediocridad. Hemos pasado del carácter sanguíneo a la sangre de horchata; de la pasión al bostezo; de hambrear el gol a morder el polvo con nocturnidad y alevosía. Como diría Rubalcaba, necesitamos una selección que no nos mienta.